Ceremonias en la Iglesia de La Antigua de Valladolid
La Iglesia de la Antigua de Valladolid es quizás uno de los monumentos más icónicos y representativos de la ciudad, y como no podía ser de otra manera, son muchas las parejas que elijen año tras año este templo para celebrar sus bodas.
Hace pocos días pudimos volver a acompañar con nuestra música una ceremonia religiosa y disfrutar de este emplazamiento, aun más si cabe, gracias a la reciente restauración y limpieza de sus muros internos.
Son muchos los atractivos que tiene la Iglesia de Santa María de la Antigua por lo que cada vez son más los novios que deciden darse el sí quiero en este lugar: encontrarse en pleno casco histórico muy próximo a la Catedral y a la antigua Colegiata de Santa María, su monumentalidad, la sobriedad de su interior y un emplazamiento despejado que realza su belleza y encanto son unos de ellos.
Es un lugar cargado de historia, con un alto valor artístico y su seña de identidad desde el punto de vista arquitectónico son las numerosas transformaciones que ha experimentado en todas las épocas desde su construcción hasta nuestros días.
Aunque han aparecido en el entorno del edificio los restos arqueológicos de unos baños romanos, los primeros documentos del tempo originario del cual a día de hoy no se conserva nada, datan del año 1177. Y es que lo más primitivo que se conserva en la actualidad de la iglesia de la Antigua es de finales del S. XII o quizás principios del XIII; concretamente de esta época encontramos su majestuosa torre, considerada el campanario más alto de España de estilo románico y el pórtico del mismo estilo situado en el ala norte del templo.
Se piensa que la primera reedificación fue en el S. XIV. Su gran popularidad en la ciudad y su mala cimentación –ya que está construida muy próxima a uno de los ramales del río Esgueva– ha hecho que desde ese siglo hasta nuestros días haya pasado por innumerables reformas.
En torno a principios del S. XVI se añadió un coro alto y más adelante se realizaron ciertas modificaciones como la incorporación nuevos arbotantes, contrafuertes y reformando y abriendo varias ventanas dado el mal estado del edificio.
Ya a finales del S. XIX el edificio estaba en un inminente estado de ruina. En 1897 fue declarado monumento nacional y pocos años más tarde comenzó la restauración, concretamente del pórtico de la iglesia. Más tarde, entre los años 1918 y 1934, se realizo la gran reconstrucción en estilo neogótico con el previo derrumbe de las naves y el crucero de la iglesia y todos los edificios adyacentes. En el año 1952 se abrió de nuevo al culto.
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